Desde aquellos maravillosos años revolucionarios, desde aquellas ilusiones de cambiarlo todo, desde aquellos suspiros de libertad, igualdad y fraternidad ¿Dónde estamos nosotras? A veces me da la impresión que no somos ni libres ni iguales ni gozamos de fraternidad. Mucho se ha avanzado para nosotras, esto cierto es. Sin embargo, si aún se levantan voces para pedir nuestra libertad y nuestra igualdad ¿Por qué debemos exigir que el que es superior a nosotras sea tratado de manera igual? Igualdad sí, pero más para unos que para otras. Mundo, primera deja que la que está en lugar inferior sea tratada de igual manera que el que está en el superior. Mundanos, dejad que vuestro orgullo reconozca que no hay igualdad sin desigualdad, es decir, proteged primero a las que están en un número infinitamente mayor en una clara desigualdad. Luego, cuando esto ocurra, entonces os podréis tener derecho a la queja. Antes no.
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