martes, 7 de abril de 2015

El equilibrio que no llega

Queridas lectoras:
 
Son exactamente las 7:37 de la mañana. Probablemente cuando acabe este artículo sea un poco más tarde. Me he levantado realmente cansada, cansada, hastíada, apática, desganada, como queráis decirlo. ¿Realmente somos nosotros mismos quienes nos complicamos la existencia? ¿Fue desde siempre tan difícil el vivir? Difícil respuesta parece ser. ¿A quién le importan las preocupaciones metafisicas? A mí, a mí, digo mientras levanto el brazo.
 
La solución es fácil: ante la amargura, giro copernicano (cambiamos el pensamiento negativo por el positivo); ante los desvaríos y excesos: Aristóteles, pues la virtud siempre está en medio. El equilibrio es tarea ardua y costosa de encontrar, pero una vez que lo encuentras es tan dulce que lamentas no haberlo encontrado antes. Las pasiones no son ni buenas ni malas, simplemente es la manera de gestionarlas. Descartes, amigo mío, qué sabio eras.
 
Termino esta entrada citando una frase de una canción de Fangoria: "En la tormenta encontré el equilibrio. ¿Quién lo podría imaginar? Amo el peligro". Atrévete a encontrar el equillibrio. Ahora mismo son las 7:43.
 
Hasta otro momentito

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